Una breve escapada a la Vall d’Aran para oxigenarme antes de la llegada del previsible agosto de calor. Un corto viaje pero que me permitió recorrer algunas sendas ya conocidas y explorar rincones nuevos de este precioso valle del pirineo catalán, Y entre los caminos ya pisados antes, quise volver a recorrer el valle del Arriu Unhòla (río Unhòla), afluente del Garona, hasta el escondido estany (*) de Montoliu. Fue dos años antes cuando caminé aguas abajo de este precioso río, de retorno al refugio de Montgarri, y me dije entonces que volvería a acercarme hasta su cauce para fotografiarlo.
En esta zona hay gran número de minas, la gran mayoría abandonadas pero que en su día dieron abundante mineral de hierro, plomo y zinc. Las aguas de este río transportan óxido de hierro que queda depositado en las piedras, y ese color es el que da nombre al río: unhòla, rojo en aranés. Por ello el lecho de este río es de un intenso y destacado color rojizo, lo que contrasta mucho con los pastos y bosques verdes que lo acompañan.
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Ahora otras actividades más amables para el paisaje persisten en este espléndido y recóndito valle del territorio Aranés: el pastoreo y el senderismo.
A mitad de camino, poco antes de llegar a su cabecera pude aproximarme hasta sus aguas, y quedé embrujado por el intenso ocre de las orillas, y ya no pude escapar. Allí estuve el resto de la mañana, deteniéndome a cada paso para contemplar cada roca enrojecida por el óxido, cada pequeña cascada que reflejaba los mil colores del valle, rojos, azules, verdes.
Reflejos en el arriu Unhòla al amanecer
… tendré que volver, a ver si llego al estany de Montoliu y puedo bañarme de nuevo en sus aguas.
Paisajes imaginados