La imagen está hecha muy cerca del hermoso pueblo de Abaurrea Alta, en octubre de 2002. Lo sé porque en esa época etiquetaba minuciosamente todas las diapositivas: la fecha, el lugar, el objetivo… en ocasiones incluso los datos técnicos.
En esa época, a veces, por motivos de trabajo recorría la carretera “transpirenaica” de Navarra de oeste a este: desde Burgui, Roncal, Urzainki, Isaba, Uztarroz, Izalzu, Ochagavía, Ezkaroz, Jaurrieta, las Abaurreas (Alta, Baja), Garaioa, Aribe, Garralda, y vuelta a casa por el valle de Erro o por el de Arce, según las prisas y las ganas de volver. En algunas épocas, me llevaba la cámara conmigo, aunque lo cierto es que apenas la utilizaba: siempre iba corriendo de un sitio a otro.
No obstante, en la carretera hay varios miradores donde a veces no resistía la tentación de detenerme momentáneamente a mirar, a contemplar. Las vistas eran magnificas, un regalo para la vista, un descanso para liberarme de la atadura de las prisas. La parada era casi “obligada”.
Uno de estos miradores está cercano a Abaurrea Alta. De esos “altos” donde la mirada puede alzarse por encima de valles y puertos, y recrearse en el horizonte: entrando en el otoño, con los prados todavía verdes, las hayas tornándose ocres, las primeras nieves en las cumbres… Las vacas, pirenaicas, disfrutando de los últimos pastos de la temporada, y quizás también gozando el paisaje con todos sus sentidos. Quién sabe lo que puede pensar una vaca, pero probablemente intuyen que aquella nieve que pinta en las cimas lejanas avisa que ya llegan los días cortos, los primeros temporales, las mañanas frescas, los cielos día sí y día también cubiertos… el regreso al oscuro establo, a la hierba seca y el pienso.
El paisaje lo tenía todo para la típica imagen bucólica que tenemos de los pirineos: montañas, nieve, prados, vacas, hayas, … Un clic, y continué con la marcha.
17 años después rescato una versión en vertical de la fotografía para presentarla a un concurso, “La raza vacuna pirenaica y su entorno”. Por si acaso. Y pocas veces me ha resultado tan agradecido presentar una fotografía a un concurso. Aunque sea muchos años después.
Gracias.