Solo en los lugares donde fue vivido puede
(Lamartine, escritor y poeta francés. 1790-1869)
comprenderse bien un sentimiento
Sentir las montañas significa adecuarnos al ritmo del paisaje, atender los silencios del bosque y disfrutar de la calma siguiendo la pauta de nuestros pasos. Solo una atención despierta y respetuosa nos permitirá entonces disfrutar de los cambios de luz, de los distintos sonidos que se escuchan, de los seres vivos que surgen a nuestro paso… se trata de acomodarnos al paisaje que transitamos, no ellos a nosotros. Es, en el fondo, una cuestión de sensibilidad y actitud.
Subo montañas porque me produce alegría contemplar desde lo alto un paisaje y expandir mi mirada, porque me satisface poder ser capaz de superar el frío, aguantar el esfuerzo. Subo montañas para escuchar el silencio, para sentirme bien, para saberme vivo.
Subo para contemplar la increíble belleza de un amanecer, para descubrir la vivacidad de los seres que en ella habitan, para sorprenderme una y otra vez de la resistencia y obstinación de las flores en sobrevivir en la adversidad, entre las rocas desnudas y hostiles a la vida. Subo montañas para sentir la nieve, el viento, el agua, la soledad. Subo para conocer mi verdadera dimensión en el mundo, sentirme pequeño en su inmensidad y hacerme piedra, o hierba, o lluvia que me empapa.
Subo montañas para marcarme una meta, y disfrutar del camino sin que la cima sea el fin en sí mismo. Subo para satisfacer mi necesidad de conocer y descubrir paisajes nuevos. Subo para disfrutar de todo mi tiempo y del lugar, de la mera existencia, para huir de la rutina en que a veces la propia vida se convierte. Subo por ninguna razón especial, simplemente porque me gusta, porque busco mi propia satisfacción, en cierto sentido mi propia vanidad, que no requiere siquiera de la mirada ajena para ser reconocida…
… por todas esas razones subo, y camino.
Son fotos muy bonitas y sitios preciosos
Gracias, Carlota,
Me alegro que te hayan gustado. Un saludo.